lunes, noviembre 03, 2008

Tú las traes: Tecnología UTILbisbis

La mamasa lamenta el hecho de que la tecnología no esté tan avanzada todavía como para poder accesar a nuestras memorias a través de dispositivos externos (muy a la final Cut, de Robin Williams. Deja de ver pelis mamasienta!). Al poder accesar a nuestra memoria como si fuese un vil disco duro , automáticamente nace una nueva vulnerabilidad, que Madame Carrolle de la Panoché identifica claramente: Tus memorias se convierten en información, la cual puede ser accesada, robada, modificada, eliminada. Tendríamos que instalar algún firewall y pagaríamos a empresas que nos vendieran seguridad para nuestras memorias, quizá también nuestros cerebros sean susceptibles de algún acceso no autorizado. Nos mandarían spam que quedaría insertado como un falso recuerdo de que toda la vida hemos usado Ariel y que nuestra mami nos arropaba con frazadas suavecitas y aromatizadas gracias a Downy. Surgiría toda una nueva economía. Podríamos pagar por robarnos los recuerdos de nuestras esposas, familiares, empleados. Surgen nuevas cuestiones éticas. Los debates en materia de justicia sobre el uso de memorias extraídas de los acusados como pruebas de su culpabilidad o inocencia. Me imagino que la integridad de las memorias de los jefes de estado y ministros se convertirán en asuntos de seguridad nacional. Imagino grupos en pro del ethical hacking de nuestros pobres cerebritos. Empresas turísticas venderán paquetes donde nos implantarán recuerdos de nuestro ascenso al monte Everest, o la visita a alguna exótica isla. Al final, existirán protocolos para la eliminación de recuerdos como parte de un tratamiento clínico. Los psicólogos del mundo divididos: unos a favor y otros en contra de ser absorbidos por la Neurociencia como una rama..... -suspiro-


Al menos nosotros, que no contamos con esas maravillosas posibilidades, sabemos que nuestra memoria, salvo algun padecimiento lamentable, está intacta, está a salvo del mundo exterior. Los únicos villanos que pueden alterarla son el tiempo y nosotros mismos. Disfrutemos, entonces, de nuestras pequeñas y grandes tonterías: nuestra primera travesura, la novia del kinder, los tazos a la hora del recreo, las paletas tutsi pop que aparecían en tu banca, el lamentable papel que hiciste en el rappel, el cartón paraguas con una desconocida, ahí, en Cholula.

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