viernes, marzo 12, 2010

Baby face Murray le llamaban

Esperé el estreno de Boogie el Aceitoso con paciencia de santo porque pensé que Jesús Ochoa, que se declaró fan de la tira, merecía una oportunidad. Arrastré a una pobre alma hasta la sala de cine, previa cena sustanciosa por supuesto, para que atestiguara mis sonrisas complacientes transformarse en auténticas muecas de horror. La película es un bodrio.

No se que es peor: El doblaje de Ochoa que es de lástima, o la partida de madre que le dieron a las tiras que, según ellos, fueron referenciadas en varias escenas (fusiles malogrados, transcripciones que varían tan sólo en un par de palabras).

Hablaban de una película que sería disfrutada en mayor medida por los fans. En realidad las únicas risotadas que se escuchaban eran las de los weyes que en su putana vida leyeron al hijo mercenario de Fontanarrosa. Acaso un par de tiras, los que más.

Que si es coproducción de Proceso , que si el mismísimo Scherer eligió al actor del ojo cheche para darle voz al Aceitoso....lo primero sería irrelevante de no ser porque lo segundo fue un error que no se perdona.

Ver tanta pendejada (el villano chafa, las copias piteras de las escenas ala Sin City, la descontextualización del personaje) me hizo arrepentirme de haber deseado ver más Boogie desde que murió Fontanarrosa. Se hace innecessaria, aburrida, simplona.

Boogie fue una crítica severa a la cultura de lo idiota, a la sociedad deshumanizada, a la política de expansión voraz y degradante, a la violencia real que todo lo toca, al narcisimo y el engaño de la autosuficiencia. Nada de eso se ve en la pantalla. Fontanarrosa hizo envejecer a Boogie y con ello lo convirtió en un observador , un testigo de la descomposición. Nada de eso fue respetado y por lo mismo el personaje está hueco, al igual que toda su puñetera película.

Lo mejor: La secuencia de los créditos finales.