martes, abril 06, 2010

You kissed my fingers and made me love you

 

Pienso, sobre el rechazo

 

Negar la posibilidad, poner un alto. Los motivos nunca quedarán del todo claros para quien recibe el portazo en la cara.

 

En sí mismo, el rechazo como tal es inofensivo,dado que resuelve el misterio alrededor de la pregunta. No vayas ahí, parece decirnos; no pierdas tu tiempo conmigo, pues no tengo interés en lo que tienes para ofrecerme.

 

Rechazar es algo sobrevaluado. Una sensación que envicia a las personas tristes. La convención social otorga un valor más alto a quien rechaza. La dinámica del victimario, pues.

 

Rechazamos el small talk amigable de alguien que nos aburre profundamente. Rechazamos la aprehensividad de quien , aburrida, se decide a amarnos intensamente. Rechazamos , sin querer, a quien nos pide que alguna vez le enviemos flores.

 

Sobre la fortuna

 

Siempre miraremos con buenos ojos a aquellos en cuya compañía todo parece ir mejor. Cuando estamos con ellos la gente parece sonreirnos más, los meseros son más amables, la ciudad se nos ofrece para que la hagamos nuestra cómplice y el sueño nos llega placentero y reparador.

 

Y cuando das la vuelta en una esquina te encuentras a alguien que sólo atina a quedarse con la boca abierta.

 

 

Sobre la memoria

 

Unos la desestiman, pues parece que nos esclaviza. Si tomáramos en serio a nuestra memoria , probablemente las cosas no serían tan sencillas. Muchos ven a la Memoria como un instrumento de tortura. Ésta es la forma de pensar de los entusiastas de la inmediatez.

 

Pienso en las memorias falsas que representan los sueños y pienso que quien sueña mejor de lo que vive no puede ser feliz. Pienso en las personas que pensaron ser felices de la misma forma que yo soy astronauta porque me he comprado el traje. Pienso en los papás de la niña Paulette y en las réplicas de parejas de asalariados que se esmeran tanto en convencernos de su felicidad.

 

Pienso que cuando escuché el teléfono, creí por dos segundos que me había quedado dormido el día entero y seguía allá y, tal vez, tú también lo hicieras.