martes, julio 14, 2009

Tu nombre no estará en el Libro de la Vida

suena: Marissa Nadler – No Surprises

Ahora resulta que si no agarro un pandero y me pongo a cantar , diosito no me va a invitar a su fiesta. Lo peor es que por todos lados hay santurrones que se sienten facultados para repartir redenciones y condena eterna a la menor provocación. Y sí, literalmente creen que hay un libro grande grande con los nombres de los salvados escritos en él. Que los muertos se levantarán y harán fila junto a los vivos esperando oír su nombre. Imagino a los vendedores ambulantes haciendo su último agosto en el final de los tiempos, porque eso va a llevarse un tiempo insoportable sin una silla a la mano y un raspado de grosella, de menos.

No vas a mi iglesia, no te aprendes interpretaciones de cajón que repiten ministros aquí y allá como merolicos, agitando sus biblias con anotaciones. No estudiar (o aprenderse como loro) “La Palabra” equivale a no creer en nada, anulando por sus barbas mis derecho legítimo a creer en lo que se me pegue la gana.

Era absurdo ofenderme por no estar invitado a la fiesta de un cabrón que no existe. El deseo de aceptación no me domina casi nunca. Me parece insultante, eso sí, que en su mayoría las personas tiendan a interpretar tan literalmente lo que tienen frente a sus narices, se trate de un libro de ficción, una nota , una sonrisa….

Me he declarado pastafari. No me visto de pirata, así que sería mas adecuado decir que aspiro a convertirme en uno.

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Pero no sólo del Libro de la Vida somos excluidos. Las ganas de segregar hacen hervir la sangre de muchos y en este país discriminar es pasión de multitudes. Por eso yo no sé cual es la bronca con el requisito de visa para viajar a Canadá, siendo que hasta hace unos días cualquier pelado se podía ir a vivir unos meses a Vancouver, o cualquier culo de ciudad por aquellos lares, hasta que los invitaban amablemente a llegarle a chingar a su madre a su país de origen. Eso de experimentar la multiculturalidad no es mas que una forma de llamarle a la cata fálica de la que tu escuincla se volverá experta. Ahora por lo menos habrá que dar la piña de que vas a estudiar para que te dejen haraganear un rato en las monrealas, olvidándote un rato del quintoculo pueblo del que vienes…eso sí: cáete con esos ochocientos y algo. Lo malo es con los que ya están dentro. Ese país ya se volvió un trailer park.

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Pensando en libertades:

La comodidad está en aceptar los límites saludables, las relaciones sanas, el quedarse en casa, en tu reinado a crédito, esperando que tu felicidad dure tan solo un poco más para convencerte de ese para siempre.

Ah! y gracias por las porras.

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