El mejor concierto de mi vida no va a ser uno donde esté rodeado de fans atemorizantes gritando como si los fueran a escuchar (al final, todo es reflejo de la angustia, siempre). Decir que una banda es la pura onda porque les gritan mucho es como decir que Karol Wojtyla era un santo porque cuando pasaba se sentía una vibra muy cabrona. Insisto: Acudimos al rito, de una forma u otra, pagamos por un trance, etecé y etecé.
Dado que todos hacemos una apropiación de la obra ajena, del performance del artista en este caso, soy muy libre de no mojarme por ver al mister Yorke y compañía. Con todo y eso iremos a escucharles y veremos si los de Kraftwerk como roncan duermen.
Overhyped, sí. Pero, ¿overrated? Averigüemos.
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